Cada luz una historia
Cada historia un barulloCada barullo un mundo
Y a mí me gusto el tuyo
De todos los balcones… "Canción privada" Antílopez Querida, hija: Te escribo esta carta, lejos de ser Goytisolo, cuando en pocos días cumples cinco años; con ella pretendo hacerte entender que tu sola presencia, me reconforta y hace feliz, que nada me cala más en el alma, que esa vocecita, en forma de susurro, invitándome a que la abrace cada noche. Me asaltan recuerdos de aquellos días en los que dormitábamos en el sofá, viendo caer la lluvia y ajenas a todo, sin más compañía que la nuestra, piel con piel, olor a dulce, a leche, solo el silencio... Siento un orgullo supremo cuando te miro, maestra precoz, superviviente de experiencias, amor incondicional que manifiestas en las apuestas por tu madre, por tus padres. Siempre rebelde, siempre libre, siempre emoción y nervio en estado puro. Miro atrás y siento admiración por el camino recorrido, porque tú tengas claro tus apegos y tus cariños y porque tengamos las dos cristalino, nuestro sentido del tiempo, nuestros ritmos, nuestros sábados eternos sin horarios, nuestro micromundo imperecedero. No tengo ninguna prisa y mastico cada momento, pero deseando estoy que llegue el día en el que tú y yo podamos hablar libres, sin tabúes y mirándote a los ojos, pueda decirte que eres MUJER y que jamás, nadie reste un ápice de tu esencia, que respetes y te respeten, que tengas la voz y el voto, que ames y que te amen, que no pases por el mundo de puntillas y que te impliques en todo lo que hagas, que luches y trabajes, que hables y opines desde tu libertad, que recuerdes el dibujo que siempre hago sobre tu pecho ("el del corazón bonito"), que seas agradecida con la vida y con tu familia, que quieras a esta última por encima de todo, y que siempre, pero siempre, siempre, seas FELIZ. Te amo.
